La motivación deportiva es uno de los elementos que, aunque no lo parezca, tiene una grandísima importancia a la hora de alcanzar los objetivos que se ha planteado un deportista, tanto a corto como a largo plazo.
Muchas veces nos centramos en ser constantes en el entrenamiento, comer mucho, descansar lo suficiente, variar nuestros ejercicios… ¿Pero cuántas veces hemos hecho todo eso de manera automática simplemente “por cumplir”?
No se va a obtener el mismo resultado ejercitándose a medio gas, sin un objetivo definido que se desea alcanzar, o sin el ansia de mejorar el rendimiento deportivo; que contando con un objetivo establecido y con unas ganas de alcanzar un nivel físico superior al que contamos en este momento.
¿Qué es tener motivación deportiva?
Cuando practicamos un deporte lo hacemos por un motivo. Hay quien practica deporte para adelgazar, otros los practican por obligación (prescripción médica, presentarse a una oposición), están los que buscan mejorar su aspecto físico, los que quieren mejorar el tiempo en una prueba, levantar más kilos…
En definitiva, los motivos pueden ser muchísimos y muy variados, pero en la inmensa mayoría de ellos va a existir un deseo, un ansia, o una ilusión en alcanzar ese objetivo. ¿Y qué consecuencia tiene esto? Contar con motivación deportiva que ayuda a materializar ese objetivo que se persigue.
La motivación surge cuando se desea llegar a una meta establecida, y a ello ayuda el notar una mejora progresiva conforme se van acumulando entrenamientos.
Si quisiéramos ofrecer una definición relacionada con la motivación, podríamos decir que:
“Motivación se basa en aquellas cosas que impulsan a un individuo a llevar a cabo ciertas acciones y mantener firme su conducta hasta lograr cumplir todos los objetivos planteados. La noción, además, está asociada a la voluntad que estimula a hacer un esfuerzo con el propósito de alcanzar ciertas metas.”
De qué depende la motivación deportiva
La motivación se tiene o no se tiene, no hay más. Y para tener motivación se tiene que dar una serie de premisas que van a propiciar su presencia.
En primer lugar nos tiene que gustar la actividad deportiva que estamos realizando. Practicar un deporte que nos gusta convierte el ejercicio físico en diversión y entretenimiento. Mucha gente que es obligada a realizar deporte por motivos de salud opta por, simplemente, correr, por ser la actividad deportiva más habitual y que no requiere de la adquisición de gran cantidad de equipamiento.
Sin embargo, a mucha de esta gente que sale a correr no le divierte esta actividad y, por lo tanto, no encuentra en ella un aliciente que les impulse a practicar ese deporte. Resulta mucho más práctico y provechoso perder un poco de tiempo en buscar una actividad que nos llame y que nos resulte atractiva, gracias a la cual al finalizar un entrenamiento contemos los días que faltan hasta realizar el siguiente.
Otro factor a tener en cuenta tiene que ver con el objetivo planteado. En este punto se pueden matizar dos aspectos, uno, el hecho de que el objetivo sea realista; y dos, que el tiempo establecido para ello sea el adecuado.
Marcarse objetivos inalcanzables solo llevará a una cosa: desmotivación y frustración; y poco a poco irá apareciendo el sentimiento y las ganas de abandonar la actividad deportiva.
Siempre deben establecerse objetivos realistas en todos los sentidos, tanto a largo plazo como a corto plazo. De hecho, lo adecuado es dividir ese objetivo deseado a largo plazo en pequeños objetivos intermedios de forma que durante ese recorrido vayamos atravesando metas intermedias, que al ver que se van cumpliendo estos pequeños objetivos, nos ayudan a mantener la motivación.
Para marcar esos objetivos también va a ser necesario conocerse a uno mismo, y saber de lo que somos capaces de alcanzar con esfuerzo.
Realizar una evaluación de nuestro progreso va a ser un paso importante a realizar, ya que conocer la progresión hasta el momento nos podrá indicar dos cosas:
- Que estamos mejorando: por lo tanto, nos hará mantener la motivación.
- Que no estamos mejorando: lo que nos hará ponernos las pilas y aumentar la dedicación en los entrenamientos, lo cual debe suponer aumentar nuestra motivación.
Contar con el apoyo social adecuado va a tener muchísima importancia de cara a mantenernos motivados. Entrenar con gente que mantiene una actitud positiva, que busca lo mismo que nosotros, que comparte la misma afición, y con la cual nos sentimos a gusto, ayudará durante la práctica deportiva.
Además, la competitividad entre compañeros en una misma actividad hace que se busque mejorar en muchos aspectos. Queremos ser los más rápidos en acabar un sprint, ser los que más kilos levantan en press banca, ser los que antes suben un repecho de montaña, ser los que mejor ritmo pueden mantener durante horas…
Tipos de motivación que influyen en el deporte
Algo que debemos conocer es que existen dos tipos diferentes de motivación, y que van a ser la motivación básica y la motivación cotidiana.
Motivación básica: es aquella que surge en la persona a la hora de decidirse por practicar una actividad deportiva en concreto, debido al conocimiento de los beneficios y cambios que va a producir dicha actividad en su organismo.
Es la consecuencia del nivel de compromiso que presenta el deportista con la actividad física que practica.
Motivación cotidiana: es aquella que aparece en el día a día durante la práctica del deporte escogido, y la satisfacción que produce en la persona mientras se practica, y una vez finalizado el entrenamiento. En este caso, el hecho de practicar una actividad que resulte del agrado de la persona va a repercutir muy positivamente en este tipo de motivación.
Esto nos lleva a que podemos encontrarnos en cuatro situaciones diferentes:
- Motivación básica elevada, junto a motivación cotidiana elevada: esta va a ser la mejor situación de todas las que nos podemos encontrar.
- Motivación básica elevada y cotidiana baja: son aquellos casos de personas que sienten atracción por el deporte, pero a los cuales no les gusta entrenar.
- Motivación básica baja y cotidiana elevada: se trata de aquellas personas que entrenan aún sin gustarles el deporte.
- Motivación básica baja y cotidiana baja: son aquellas personas que no sienten atracción por el deporte, ni tampoco les gusta entrenar. Se trata, en definitiva, de personas que entrenan por obligación.
¿Existen expertos en motivación deportiva?
Por supuesto. De hecho, la motivación es tan importante para la consecución de objetivos que supone un apartado específico que debe dominar cualquier entrenador que busque obtener los mejor de sus alumnos.
Desde los entrenamientos colectivos propios de los deportes en grupo, hasta los entrenamientos individualizados que realiza un entrenador personal, la motivación deportiva pasa por ser uno de los pilares en los que se debe apoyar un profesional del deporte para conseguir el resultado esperado.
¿Nos podemos imaginar un partido de la final de la Copa de Europa de fútbol o baloncesto, en la cual el entrenador de uno de los dos equipos no se haya preocupado de motivar a sus jugadores, haciéndoles saber lo que valen y lo que pueden conseguir?
¿Qué ocurriría si en una final de tenis en Wimbledon, el entrenador de un jugador no hubiera realizado un trabajo de motivación durante los días previos?
¿Tendría el mismo efecto el trabajo de un entrenador personal en el ámbito de la musculación si este no supiera como motivar a su cliente en cada sesión de entrenamiento, para que así se esfuerce al máximo de sus posibilidades?
Todas estas preguntas apuntan hacia una misma respuesta, y es que la motivación es tan importante para un entrenador como saber prescribir una rutina de ejercicios y entrenamiento adecuada y ajustada al objetivo a alcanzar.
¿La motivación siempre implica comodidad?
No. De hecho la motivación nunca debe estar ligada a la comodidad, sino que debe significar esfuerzo, cansancio, sufrimiento, dedicación… Una serie de obstáculos o impedimentos que son superados gracias a, precisamente, la presencia de motivación.
Cuando no se está motivado abandonamos o aflojamos el ritmo en un entrenamiento, muchas veces no salimos a entrenar si el tiempo no es bueno, nos saltamos una sesión de ejercicio con cualquier excusa o, aunque entrenemos, nos dedicamos simplemente a pasar el rato sin esforzarnos.
Todas estas actitudes no van a suponer que logremos avanzar, tanto deportivamente en lo que a rendimiento se refiere, como físicamente si lo que se busca es una mejora estética.
Cuando todos estos impedimentos son superados, se obtiene una serie de beneficios que realmente son lo que vamos buscando cuando decidimos realizar una actividad deportiva. Son el precio a pagar por obtener la satisfacción de haber cumplido con lo que nos hemos planteado.
Terminar el día sabiendo que se han cumplido los objetivos, y notando como se es capaz de rendir mucho mejor físicamente que el día anterior, es una de las mejores recompensas que se pueden obtener, tanto física como psicológicamente.
Consejos o recomendaciones para aumentar la motivación deportiva
Marcarse un objetivo realista
Como ya hemos comentado, marcarse una meta capaz de alcanzar es un objetivo básico para cualquier deportista. Una vez fijado ese objetivo a alcanzar al final del camino, será importante crear pequeños objetivos repartidos en ese camino, a modo de checkpoints, los cuales irán ayudando a mantener la motivación y la constancia en los entrenamientos.
Confiar en uno mismo
Nadie mejor que nosotros mismos para saber cuánto más podemos mejorar, o lo que podemos alcanzar. Tener confianza en nosotros mismos va a ser algo totalmente necesario, ya que podemos contar con toda la compañía que queramos en muchas ocasiones durante los entrenamientos, pero al final del todo, y aunque suene algo absurdo, es con nosotros mismos con quien vamos a pasar las 24 horas del día.
Variar el tipo de entrenamiento
Entrenar debe ser algo entretenido, y para ello nada mejor que variar el tipo de ejercicio o la rutina que se realiza.
Si el entrenamiento se convierte en algo rutinario y no supone un aliciente que active las propias ganas de entrenar, el rendimiento deportivo efectuado en el mismo nunca va ser todo el que debiera.
Además, no se puede olvidar que cualquier plan de entrenamiento bien estructurado busca trabajar diferentes aspectos de la condición física, como la resistencia, la explosividad, el trabajo aeróbico, el trabajo anaeróbico, la técnica…
El descanso es tan importante como el esfuerzo
Nuestro cuerpo necesita descanso, tanto físico como mental. En muchas ocasiones se piensa que cuanto más días se entrena, mayores avances se consiguen, y realmente lo único que se va a conseguir es llegar a una situación de sobreentrenamiento que terminará por agotarnos mentalmente.